Turrialba

Todo listo, el día Chirripó se acerca cada ves más. Ya falta poco para que sea 5 de noviembre y empezar a caminar y subir, caminar y subir.

Este fin de semana el lugar de entrenamiento fue el que teníamos planeado, el Volcán Turrialba.

Empezamos a caminar en medio de un aguacero torrencial aproximadamente a 9 km de la punta del volcán.

La calle de lastre era prácticamente un rió improvisado, piedras, barro, agua eran los únicos elementos que formaban el camino. Dichosamente el día anterior había comprado unos zapatos especiales para caminar en la montaña, así que no me afectó en lo más mínimo.

Cuando llegamos estaba completamente nublado, solo se podía ver a unos 10 metros de distancia, todo lo demás era blanco. Pero de un momento a otro las nubes empezaron a ceder y dejaron ver un esplendoroso cráter del tamaño de un estadio de fútbol y yo estaba en medio de él.

Es asombroso estar ahí (me encantan los volcanes), en realidad era más de lo que yo esperaba, para luego caminar unos metros más y encontrar otro cráter un poco más nuevo. Tenía unos 50 metros de profundidad.

También había otro cráter aun más nuevo pero tienen prohibido el paso por el alto riesgo de caerse, pero ese lugar es genial.

La flora es increíble, flores de dos milímetros de tamaño, las cuales hay que agacharse para poder encontrarlas.

Por el momento espero volver en verano, es mejor ir en esa época ya que puedes ver todo el paisaje al rededor de la montaña.

Una de las chicas que iba a subir conmigo renuncio a la aventura, así que Michael agarró ese campo para subir con nosotros.

Ahora solo falta definir adonde vamos a entrenar este sábado, ya que es el ultimo entrenamiento y espero que sea ¡muy fuerte!

Además debo de comprar una serie de implementos que me hacen falta, como gorro, guantes, foco, entre otros.