5.5.02

Cortázar

Que bien, aprobé todas las materias. Ahora entré a la vagancia total, ni trabajo, ni universidad, por eso ahora estoy aprovechando para leer.

El jueves pasado me compré el libro “Rayuela” de Julio Cortázar, que gracias a Telémaco conocí a este increíble escritor, ya que me presto “Historias de cronopios y de famas” muy bueno por cierto, es increinble este libro.

En este momento no aguanto los dedos, después de tanto tiempo volví a un ensayo, ya había perdido en mis dedos todos los “cayos” que tenia, ahora se me van a volver a formar, y eso va a doler, pero que me queda, si quiero volver a la música me tienen que doler al principio, sin dolor no hay gloria.

Pues si, ahora lo pienso y me doy cuenta que no debía haber dejado durante tanto tiempo tirada la bella música, debí haber tocado de vez en cuando, para no perder la práctica y la emoción que deja hacer música. El dolor me lo tengo que aguantar, ya que ahora en la noche me espera el segundo ensayo… jajaja, esto duele en verdad, pero la satisfacción que deja es más grande.

Al igual que Telémaco voy a ponerle un pequeño homenaje a Cortázar, con un pequeño pedazo del “Manual de instrucciones” del libro “Historias de cronopios y de famas”

Julio Cortázar

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Instrucciones para dar cuerda al reloj

Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan. ¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus pequeños rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

No hay comentarios.: